Welcome To Gran Canaria
El proyecto de La Mochila nace con una filosofía concreta: realizar itinerarios suaves para toda la familia.
Dentro de estos parámetros intentamos divulgar caminos y rutas de nivel bajo, aunque hay ocasiones que el nivel aumenta y la dificultad también.
La idea es pasar por todo tipo de espacios: desde un volcán como Bandama hasta un bosque como Los Tilos de Moya, sin olvidarnos de algunas rutas en otras islas.
Pincha en este enlace para poder ver todos los itenerarios
LA MOCHILA de Canarias7
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Se reproduce a continuación el artículo publicado en el periódico Canarias-7, el día 8 de enero de 2007, bajo el título:
MOVIMIENTO SLOW
Tiempo. Tiempo. ¿Por qué no hay más tiempo? ¿A quién hay que pedir más tiempo...? reclamaba el poeta gaditano, Rafael Alberti (1902-1999), en su “Arboleda perdida”. Mucho antes, el teldense Saulo Torón (1885-1974), en su libro “Canciones de la Orilla” también escribía: Tiempo, tiempo y nada más…¡qué poco somos para tanta inmensidad!. Auténticos sabios que sabían lo importante del tiempo en nuestras vidas.
Hoy, el reto, es ganar tiempo al tiempo, queremos construir una vida donde prima la cantidad frente a la calidad. En algunas ocasiones nos marcamos metas inalcanzables, ¿por qué?, ¿para qué?, ¿son necesarias?. A finales de los años ochenta aparece una nueva corriente, surgen distintas voces en diversos puntos del planeta pidiendo calma, tranquilidad y tiempo para disfrutar de la existencia. Según los defensores de esta nueva filosofía “vivir corriendo no es vivir”.
Hace pocos años que hemos entrado en el siglo de la comunicación y de las nuevas tecnologías, pero llevamos algo más de tiempo, instalados en la “era de la velocidad”. En la actualidad nos movemos con mucha rapidez. Queremos viajar muy rápido, queremos hacer más cosas en menos tiempo. La revolución industrial hizo avanzar al mundo, y con ella, llegó el culto a la velocidad que nos empujó a vivir al borde de la extenuación, y, de vez en cuando, el cuerpo y la mente nos recuerdan que el ritmo de vida que llevamos es descontrolado y vertiginosamente peligroso.
Frente a todo el despropósito que trae consigo esta forma de vivir, a lo largo y ancho del mundo se fomenta un movimiento internacional, que algunos han llamado la “globalización virtuosa”. Se trata del movimiento Slow, un culto a la lentitud, un desafío a la velocidad. “En la vida hay algo más importante que incrementar su velocidad” decía Gandhi (1869-1948), y en ese contexto se mueve la filosofía de la lentitud, donde es más importante el equilibrio. Las personas descubren energía, eficiencia y otras muchas cosas allí donde quizás menos las habían esperado, en la paciencia, en la lentitud, en el tiempo. Para este movimiento internacional la era del furor ya es historia, ahora practican el Slow en el trabajo, en la comida, en las ciudades, en el sexo, en la educación infantil, en el ocio… Es como recuperar la filosofía de hacer las cosas “al golpito” para llegar lejos y que salgan bien.
Existen ya muchos ejemplos de la aplicación efectiva de este movimiento lento. Para empezar con la lista, detallo cómo en la alimentación, el “Slow food” desafía la “fase food” (comida rápida), donde el nuevo movimiento exalta la diferencia de sabores, la enología y la pequeña agricultura más sana y ecológica. Los seguidores de la lentitud practican el “Slow sex”, el placer es más intenso con largos preliminares y sin prisas. Cada vez más personas practican el yoga, el taichi, el sexo tántrico, buscan una tranquilidad y reflexión en lo que hacen, y por supuesto, sin reloj. La “cittá Slow” es una red de ciudades que quiere reconquistar las calles frente a los coches, donde se pacifican los interiores de los pueblos para que los vecinos puedan recuperar el diálogo, el ocio y el encuentro, frente a la amenaza del ruido, de la contaminación y de los atropellos y de la velocidad.
En el libro “Descubriendo Gran Canaria” (segunda y tercera edición-2006) se describe una forma de salir al campo, a la montaña, más amena, pausada y ambientalmente sostenible; es el Slow Trekking, donde se aprende a ver, se apuesta por el transporte colectivo y el disfrute del paisaje desde que sales de casa.
El otro día, en una visita a una quesería del pueblo de Valsequillo (Gran Canaria), aprendí el proceso de pasteurización que se aplica a la leche, pero de manera Slow. El ganadero con la sabiduría de nuestros antepasados, sabía que, por un lado era necesario pasteurizar la leche (138º C en dos segundos) para eliminar los gérmenes y bacterias patógenas, pero también sabía el método para que la leche no perdiera sus minerales y vitaminas. El choque térmico al que se somete un producto (por encima de los 75º C) suele conllevar una desnaturalización del mismo. Nuestro ganadero tenía un secreto: la lentitud. Había comprado una enorme máquina que tardaba una hora en pasteurizar la leche, y según él, eso mantenía las propiedades de tan elemental líquido para la elaboración del queso. Los quesos son sabrosísimos y la dedicación que se le pone a cada producto, nos enseña que cada cosa tiene su ritmo y su tiempo.
Si miramos a nuestro alrededor, seguramente veremos cómo en nuestras vidas, por un lado aplicamos una energía excesiva por llegar antes, por hacer muchas cosas en un solo día terminando extenuados al llegar la noche; pero si nos observáramos, descubriremos también que necesitamos nuestro tiempo Slow. La paz y serenidad interior se consigue frenando en seco nuestra actividad diaria. Nos han enseñado a correr, pero no a ser felices.
Firmado: Álvaro Monzón Santana